Los años pasaron y Juanito crecía, acompañado siempre por el deseo de triunfar y ser exitoso. –¡Lo lograste!–, dijo un día su madre, con la voz entrecortada y con una lágrima sobre el cándido rostro que había sido la inspiración para seguir adelante, del que ese día dejaba de ser Juanito para ser el Licenciado Torres.
Todo parecía estar bien, los estudios terminados, apartamento propio, la novia ideal, y el hombre más exitoso en su trabajo. De allí la razón de que la madre de Juanito no comprendiera aquella carta, de aquel día gris en que el teléfono había traído consigo una melodía mortal. –Tengo que darle una mala noticia señora, su hijo ha muerto–.
La madre de Juanito corrió, no dejaba de preguntarse cómo había ocurrido tal tragedia, –¿habrá tenido algún accidente?–, –¿lo habrán asaltado? Pero, lo que nunca se cruzó por su mente, era lo que realmente había sucedido: Juanito se había suicidado. La noticia la desconcertó en gran manera, pero, más aún aquellas palabras que le traspasaron el corazón.
Ya no soportó más, la vela de mi vida se extingue poco a poco y nadie se da cuenta: todos están ocupados, como yo. ¿De qué sirve vivir en este mundo, donde ya nadie se interesa por nadie y tener éxito se ha convertido en la forma más grande de cinismo que se pueda conocer?
Ayer, presencié la escena que despedazó mi alma, miré fijamente al espejo y descubrí que aquel niño que siempre estuvo en contra de la desigualdad, en contra de la robotización del ser humano, en contra de conseguir el éxito a costillas del otro, se había convertido en uno más de esos, de los que aplastan a pasos grandes y rápidos a los más pequeños.
Sé que es una forma cobarde y mediocre y que tal vez esta no sea la solución, pero, ¿qué más da? Hoy muero y mañana nadie me recordará, tan solo esa flor radiante que siempre estuvo a mi lado, aunque su pequeño hijo se haya convertido en un monstruo. ¡Gracias mamá!
Vaya que esta sociedad nos devora poco a poco, los pequeños o grandes monstruos que vemos todos los días en la televisión o en los periódicos, son nada más, otro de los beneficios de este mundo tan acelerado y deshumanizado en el que vivimos.

En los inicios de nuestra sociedad “civilizada”, en aquella época donde fuimos irrumpidos y atacados por hombres que jamás habíamos visto, y que paulatinamente nos despojaron de todo, empezó el aniquilamiento.
Primero, fueron nuestros antepasados, esa gente morena, sincera y trabajadora, que con el paso del tiempo fue ignorada por leyes, que en teoría traían bienestar para todos, más no para ellos.
Así fue, esos “indios” como les llaman algunos, de una forma en la que parecen olvidar su verdadero origen; fueron aniquilados poco a poco. No se les tomó en cuenta en la toma de decisiones, en la repartición de tierras, aunque fueran suyas.
Si antes los hombres fueron capaces de hacer esto, a otros de su misma raza, ¿qué no harán ahora?, si viven en una sociedad que camina a mil por hora y que en la búsqueda de su reconocimiento parecen perderse aún más.
Globalización o no, qué importa, lo que interesa es que seres como Juanito no se aniquilen así mismos, ni que haya otro desaparecimiento total del hombre al hombre. Ya no es tiempo de cruzarnos de brazos y juzgarnos, es hora de empezar a caminar y tratar de arreglar un poco, con pequeñas o grandes cosas, este mundo que aunque parezca no tener solución, si la tiene.
3 comentarios:
que triste...
Creo que el camino esta hecho para todos, pero hay muchas personas que tienen muchos obstaculos sobre el, y otras que simplemente tiene el camino libre y solo tienen que caminar y ni hablar de esas personas que pueden conducir por su camino... igual, todos podemos llenar el camino de tierra con cemento y caminarlo mas facil...
SAludos!
q buena historia. dianita. es real y es lo q pasa sin q uno lo desee
Realmente estoy convencida en que las ideas y las creencias que poseemos todos de niños, aquellas ideas sin prejuicios, sin malicia, sin interes, son las que deberian guiar nuestras vidas, nuestros destinos... ser cada uno de nosotros los que vivamos a partir de desiciones fundamentadas en nuestro pensar y no perder la automia y dejar nuestra vida a las posibilidades.
GRACIAS DIANA !!!
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